viernes, 9 de diciembre de 2011

“Descansa hijo”. Una alternativa al “Duérmete”.

“Descansa hijo”. Una alternativa al “Duérmete”.

Escrito por Juan Cruz Cúneo.

Hay diferencias conceptuales que llevan a cambios importantes en la vida de todos los días. Algunas líneas implican enseñarle u obligar a un hijo a “dormir” como una función habitual. En otros casos, como el que estamos presentando, el dormir es mucho más que conciliar el sueño. Y está lejos de ser una cuestión de hábito. Es imprescindible que nuestro hijo pueda “descansar” como una función necesaria de recuperación y acomodación, de compresión y desarrollo de la personalidad y de su cuerpo e inteligencia. Descansar es fundamental para el desarrollo evolutivo. Lejos está del “dormir” simple y obligado.
Y a eso debemos abocarnos, transmitirle al niño la necesidad de descansar para que el cuerpo y la mente se recuperen de la actividad del día, puedan absorber y metabolizar la información transcurrida durante todas las actividades, mucho más si está en pleno crecimiento. Y esto es un concepto que no sólo se aplica a la infancia. Es un concepto que debemos incorporar para toda la vida activa. Por ejemplo, la vida del estudiante. Muchos en épocas de examen estudian día y noche sin parar pensando que eso les otorga una ventaja. Grave error, porque la cabeza y la inteligencia no llegan a procesar toda la información, ni siquiera a acomodarla ni ordenarla; entonces se suceden los fracasos y los errores, los bloqueos en plano examen, con un nivel de estrés y cansancio que agota las capacidades y disminuye el rendimiento.
Este es un claro ejemplo del cambio conceptual y dinámico que debemos implementar a la hora de llevar a nuestro hijo a dormir. Debemos transmitir que es hora de descansar, que es tiempo de bajar las revoluciones y dejar que el cuerpo se recupere. Y así que pueda dormir en paz para que ese sueño sea reparatorio y favorable a su desarrollo. No se logra lo mismo imponiendo el sueño porque “se tiene que ir a dormir”. Además de despertar todas las resistencias del niño, porque no le encuentra ninguna ventaja todavía, más que cerrarle los ojos a la vida y que se apague el mundo. Perdiendo a sus padres de vista, sintiendo que se alejan y no los tiene más. Todo esto se puede evitar si le enseñamos lo fundamental del sueño y del dormir.
Para que también aprenda a conocer sus ciclos de cansancio y recuperación, para que se cuide y cuide sus recursos y capacidades, en vez de exprimir su potencial y perder calidad en el rendimiento. Tantos padres hablan del dormir y pierden de vista el cansancio. Tantos han contado que lo ven filtrado pero que no se quiere dormir. Porque, según le están enseñando, el dormir es una perdida y el cansancio el obstáculo.
Ganancias y beneficios que debemos, desde el principio, mostrarle y enseñarle. Es clave para ellos, los hijos, y para nosotros adultos “incansables” que tengamos en cuenta nuestros ciclos y ritmos, la manera de funcionar mejor de nuestras capacidades.
Mucho más si hablamos de cansancio mental, el enemigo del sueño y el dormir. Allí debemos recuperar el concepto fundamental del “descanso” y la recuperación. Tiempo de acomodación, de síntesis y optimización del psiquismo y del mundo afectivo de todas las personas.
Empecemos por nuestros niños, enseñémosles a descansar.
Y no sólo a dormir.

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