viernes, 9 de diciembre de 2011

La transmisión. ¿Qué y cómo se transmite?

La transmisión.
¿Qué y cómo se transmite?

Escrito por Juan Cruz Cúneo.

Hay un espacio poco definido en la relación entre padres e hijos y es la “transmisión”. ¿Cómo aprenden los hijos las actitudes de los padres? ¿Cómo se les transmiten los conflictos no resueltos? ¿De qué manera incorporan el ambiente de la casa? Estas y muchas otras preguntas nos hacemos a diario y es necesario para poder entender de qué manera podemos resolver y guiar la transmisión. Una herencia que no espera al día final. Los hijos reciben todo el tiempo lo que les transmitimos.
La transmisión no depende de la comunicación. En ese nivel sólo se pone en juego la información consciente y deliberada, pero en la transmisión podemos prestar atención a todo lo demás que expresamos, dicho o no, con el cuerpo, con las actitudes, con las reacciones, con los silencios. Emitimos e irradiamos todo el tiempo información y emociones, generamos sensaciones, causas y efectos. Y del otro lado, hay un niño, un hijo que es un receptor nato, una antena que capta todo lo que sucede en el ambiente, sin que se le escape nada. Porque aún no ha generado filtros, desde muy temprano, es que está recibiendo, captando todo lo que sucede en su entorno. Mucho más porque está orientado hacia sus vínculos primarios, sus padres o cuidadores. Recibiendo y captando lo consciente y lo inconsciente, aún lo que sus padres no saben que a ellos les está sucediendo.
Sin darnos cuenta transmitimos todo el tiempo. Y los hijos son receptores afinados porque son psiquismos limpios, con pocas marcas de nacimiento (en principio) y además porque están orientados hacia los padres, sus primeros objetos, todo su interés y su afecto. Entonces, sienten lo que piensan, lo que les pasa, los que sienten; lo que sucede entre ellos, y lo no resuelto de su historia.
Claramente los hijos no pueden hablar de esto. Mientras las marcas se van produciendo en sus psiquismos y en sus cuerpos, no pueden dar cuenta de ello, salvo haciendo síntomas. Expresiones de lo que está sucediendo, mensajes al mundo externo que son devoluciones de lo que han recibido; sin filtros y de manera instantánea. Son naturales y se dan como parte de la dinámica. Es clave la reacción de los padres para hacerse cargo, no sólo de lo que está pasando el hijo sino de lo que ellos puedan estar generando.
Esto no implica, necesariamente, que haya peleas o violencia explícita. Y todo es mucho más intenso cuanto más indefinido es, porque es más pulsional, más confuso y más difícil de registrar y elaborar. Vale una aclaración, para lograr una mejor comprensión y claridad. Cuanto más definido es lo que está sucediendo más fácil es la comprensión y menos carga emocional conflictiva tiene, porque se ahorra en contrariedad y ambigüedades complicadas. Cuando una situación es confusa, se filtran fácilmente otras emociones y sensaciones, impulsos que sortean el filtro y las prohibiciones y embarran la cancha. Lo no dicho, los secretos, las mentiras y las traiciones, “cosas” que flotan en el ambiente y que una sensibilidad como la del recién nacido puede captar y sentir, porque se lo transmiten.
Por ende, cuanto mayor reacción sintomática haga el hijo más intenso e indefinido es lo que sucede en el ambiente, menos se han hecho cargo los padres. Y más complicado se vuelve poder elaborarlo.
Porque se transmite. No se habla ni se dice. Se transmite, se transfiere. Se pone en juego en el ambiente porque está ahí todo el tiempo. Porque somos seres abiertos al ambiente, no somos sistemas cerrados que podamos guardarnos todo lo que queramos. El ser humano es un ser abierto, por más hermetismos, por más filtros que pongamos. Y esto le abre el juego a la transmisión.
Una emisión constante que depende del receptor, y no del emisor.
A diferencia de muchos otros mecanismos, como la transferencia, la imitación o el aprendizaje, donde se ponen en juego otras partes, otras formas y otros contenidos.
En la transmisión no tenemos elección, ni voz ni voto sobre lo que transmitimos. Tanto positivo como negativo.
Sólo nos queda tener las cuestiones claras y trabajarlas. La conciencia aliviana la esencia emocional de las cuestiones, les quita gravedad porque tienen un trabajo interno.
El amor profundo se transmite, no depende de la cantidad de “te quiero” dichos en el día. Cuanto más fuerte es el sentimiento, más intensa es la transmisión.

(continuará)

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