viernes, 9 de diciembre de 2011

El lugar del primero. ¿Dónde va el segundo?

El lugar del primero.
¿Dónde va el segundo?

Escrito por Juan Cruz Cúneo.

El lugar del primero. Rey en peligro o rey aburrido. A veces quieren un hermanito otras tantas veces quieren seguir con el reinado y tener de esclavos a los padres queridos. Anfitriones sin visitas, el lugar del primero es tener el reino para hacer lo que quiera, más cuando los padres le llevan el cetro y la corona. Allí no hay forma de que vaya a compartir sus tierras ni que quiera que venga un menor a usurpar sus pagos. ¿Dónde va el segundo? Es una pregunta que aparece a menudo y que no siempre encuentra una buena solución.
Sabemos que en el mundo no abunda la creatividad. Hay pocas ideas dando vuelta y pocos que quieran generar nuevos recursos. Es tan sencillo que puede parecer absurdo pero esa es la clave de este asunto.¿Dónde va el segundo? En un lugar nuevo y distinto, sin que sea para nadie privativo, ni para el primero de los hijos ni para los padres.
Empecemos por las piezas claves. Los padres, especialmente las madres, no pueden sentir ni tienen que decidir perder aspectos o espacios de sus vidas. Porque automáticamente se sobrecarga al hijo con ese peso sin que haya influido en la decisión erróneamente tomada. Ninguno de los padres, como aporte al sistema familiar sano y feliz, debería sentir que se priva por o para los demás porque esto implica un costo, adicional, de carga emocional que alguien terminará pagando.
Tampoco el hijo mayor, el primero, debería perder lo que se le ha dado en estos años de exclusividad y dedicación porque no es justo que, aún no siendo un adulto, tenga que elaborar perdidas o estar expuesto a deficiencias que antes eran abundancias. Y el que viene tampoco puede empezar a ser parte de un sistema que no le va a dar todo lo que sea para que se pueda desarrollar. La clave es generar. Generar más amor porque van creciendo. Generar, desde tener más experiencia, nueva capacidad para brindar más y mejor calidad afectiva y emocional. Entender que se van dando diferentes etapas que producen cambios.
Debemos planificar para tener más disponibilidad afectiva, emocional y mental, para que lo vincular se despliegue como pieza fundamental de la familia y los lazos internos. Y así evitar los problemas dentro del ambiente familiar, conflictos por desplazamientos o falta de afecto, o perdida de atención y dedicación con el costo de la rivalidad fraterna. Para los problemas, se puede esperar al afuera, si tratamos de cuidar el sistema interno. Y generamos nuevos medios, nuevas formas, nuevos cambios que vayan alimentando a cada uno de los miembros.
¿Dónde va el segundo? En su lugar, un espacio nuevo que no se le debe quitar al primero. Y en la medida de lo posible ni siquiera repetir la misma secuencia ni las mismas ropas ni hábitos. Que se produzca un cambio al que todos estén expuestos y que ello genere un sistema nuevo, con la llegada del hermano.
Es cierto, no es lo más cómodo pero es lo más sano. Evitar la repetición para facilitar lo único que hace es complicar las cosas, desde otro lado. No todo es lo diario ni la rutina.
Pensar, ver y registrar le dará al segundo su propio espacio.
Y a cada uno la tranquilidad de que nadie pierde. Y todos ganamos.

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